sábado, 9 de abril de 2011

Amanecer romántico

Abrí los ojos y allí estaba, me miraba desde lo profundo de la oscuridad, sus ojos destellaban el fulgor romántico de su amor, sonreía, se la veía feliz observándome en la penumbra. Abrí los ojos y allí estaba hermosa, radiante, iluminando el cuarto con su presencia, su mirada puesta en la mía generaba una conexión que me dejaba fascinado, podría haber pasado horas mirándola, amaba contemplar su perfección, desaparecían las dudas y los temores con solo tenerla cerca.
Estaba maravillado, todo en ella me parecía extraordinario, me hacía sentir el rey del mundo, simplemente porque ella era mi reina y por sobre todo, porque ella era mi mundo.
Abrí los ojos y allí estaba, tan perfecta que parecía un espejismo, mi corazón se llenó de amor al verla, estaba encantado con su sonrisa, la miré unos segundos para sentirla real, estire mi mano para acariciar su rostro, me levante para poder abrazarla.
No pude, su imagen desapareció en cuanto me incorporé, se esfumó como la niebla, desapareció de un soplido y allí quede yo, triste, en la cama, abrazando a mi soledad y esperando el milagro divino de su regreso…