jueves, 20 de enero de 2011

Las palabras hacen las cosas

Caminaba sin pensar demasiado en nada importante, le entretenía el silencio de la noche. Descubría una nueva ciudad en la ciudad de siempre, más calma, más silenciosa, mas linda pero a la vez mas ajena.
En eso vagaban sus reflexiones cuando pasó frente al mural de la plaza, la leyenda iluminada se erigía imponente, “El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras,” leyó. El proverbio árabe quedó retumbando en su cabeza, una serie de pensamientos se agolpó en su mente y le costaba encadenarlos.
“Las palabras” se repitió en voz alta, “que cosa extraordinaria”, recordó el a Pablo Neruda cuando decía, “Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció...”
Siempre lo había atrapado el lenguaje, pero sabía que era un tema que lo excedía por completo, se sentó en un banco intentando acomodar sus pensamientos. Recordó pasajes de “Las palabras y las cosas” de Michel Foucault, trató de buscar en su memoria algo que le sirviera para ese momento de desconcierto intelectual pero nada útil halló en ella.
Pensó en su escepticismo a las palabras. Siempre había sido de la idea de creer en las intenciones que tienen las palabras, no en las palabras por si mismas. Los significados nunca concuerdan de manera fehaciente con lo que uno quiere decir o bien con el porque uno lo dice.
Sabía que no era fácil explicar sus reflexiones, justamente porque no le alcanzaban las palabras, a veces ni siquiera se entendía el mismo.
Otra frase le vino a la mente cuando se levantaba vencido por aquel arrebato de furia reflexiva que no había podido analizar, “solo es conciente aquello que se puede poner en palabras,” recordó.
Comenzó a caminar con esa oración en la cabeza, entendió con ella que solo las palabras son capaces de hacer entender las cosas, que no hay pensamiento que pueda explicarse sin ponerse en palabras.
Supo que las palabras tienen la extraordinaria facultad de crear el mundo y de destruirlo sin que nada pase alrededor, que a partir de ellas se puede crear realidades inexistentes y ocultar verdades reales. Entendió así el porque de buscar las intenciones y no quedarse en las palabras, porque simplemente la realidad es lo que uno quiere sin que necesariamente eso sea lo que uno dice…

lunes, 10 de enero de 2011

Ella

Ella se pasea con confianza por cada uno de los lugares en los que frecuenta. No es lo que uno diría una chica linda pero tiene la extraña capacidad de disimular muy bien su fealdad. Se viste bien, tiene gracia, estilo y un carisma delicioso.
Ella es el centro de atención y de atracción de cada sitio en el que está. Nadie sabe porque ni como, pero es difícil sacarle la vista de encima.
Su pelo no tiene apariencia de estar bien cuidado, pero de igual manera tiene el peso exacto para quedar bien acomodado. Su piel morena le queda muy bien a sus ojos pardos y su nariz prominente se disimula un poco con su gran sonrisa. El resto de su cuerpo no tiene nada demasiado destacable, aunque si hay que aceptar que todo esta en el lugar que debe estar. Su forma de vestir y su actitud hace que parezca un cuerpo esbelto, su carisma y personalidad hacen que parezca la mujer ideal.
Cuando esta desnuda, queda al descubierto el engaño de su apariencia, pero en la cama se encarga de superar con creces lo que le falta a su cuerpo.
Mas de una vez la he soñado a mi lado, no soy el único, no ha habido hombre con quien hable de ella que no haya soñado con tenerla.
Las mujeres no comprenden el porque de sus encantos y los hombres estamos tan apasionados con ella que nos resulta imposible explicarlo
Casi ya no hay novia que se ponga celosa cuando su pareja detiene su andar para mirarla, es que la fuerza de la costumbre pudo más que cualquier cosa. Posee una magia extraña que embeleza a quién pase por su lado. Tiene el glorioso record de haber conquistado a cuanto hombre haya deseado, aunque sus códigos de acero le prohíben meterse en propiedad privada.
Una vez me quiso y una vez me tuvo, yo la quise siempre, pero a ella parece no importarle demasiado. No me rechaza con maldad, pero me invita cortésmente a seguir mi camino.
Es así con todos y es así como nadie puede escaparle a sus encantos, es así como cualquier hombre que la conozca alberga en sí la esperanza que en algún instante mágico en que la divinidad este de su lado consiga el regocijo de acostarse con ella y poder soltarse al placer terrenal de alcanzar la gloria de su cuerpo.

miércoles, 5 de enero de 2011

Los buenos mueren VIII

Estamos en Santiago de Chile, hoy es 16 de septiembre del año 1973. Hace ya cinco días que murió Salvador Allende y que Augusto Pinochet está llevando a cabo su macabra dictadura. Hoy el arte entero llora la muerte de uno de sus mejores y mas puros exponentes, hoy, en el Estadio de Chile fallece Víctor Jara.
Al momento del golpe de estado Víctor Jara junto con otras 600 personas, en su mayoría estudiantes de la UTE, se encuentran en la sede de dicha Universidad dispuestos a dar batalla por su líder. Una vez muerto el legítimo presidente chileno las fuerzas pinochetistas ingresan armados hasta los dientes en la facultad y se llevan prisioneros a los 600.
El 12 de Septiembre de 1973 ingresan al Estadio de Chile, allí los esperaba un oficial envalentonado por el poder y las armas, al distinguir entre el centenar de detenidos al poeta alza la voz y exige, “A ese hijo de putas me lo traen para acá y no me lo traten como señorita carajo” tras la orden el prisionero recibió un violento culatazo y quedó tendido a los pies del oficial. “Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda” le dijo antes de golpearlo una y otra vez, en la cabeza, en el cuerpo, en cada centímetro de su piel.
El cantante que había sabido llegar a los rincones del pueblo chileno con su guitarra y sus versos se retorcía en el piso, pero no perdía la sonrisa, lo cual exacerbaba más al oficial.
Edwin Dimter Bianchi, conocido como "El Príncipe", es el oficial que golpea salvajemente a Víctor Jara, sin cansancio y sin piedad durante cuatro largos días. El cantante sufre cada golpe en silencio. Se retuerce y resiste el martirio injusto de lo que le toca vivir. Vaya ironía su destino, el que había escrito entre muchas otras cosas “el amor a la justicia como instrumento del equilibrio para la dignidad del hombre”, estaba siendo humillado y avasallado por feroces golpizas.
Ya no es uno, son varios los oficiales que se ensañan con Jara, ya los brazos no alcanzan asique comienzan a darle culatazos, uno de ellos le hunde su ojo derecho. La sangre cubría completamente cuando comienzan a jugar a la ruleta rusa en su sien.
Antes de matarlo y como símbolo de la crueldad y la aberración humana que fue aquella dictadura que duró 17 años, los oficiales rompen las manos de Jara a culatazos. Aquellas manos que en pleno cautiverio y desesperación habían dejado un último verso, "Canto que mal que sales / Cuando tengo que cantar espanto / Espanto como el que vivo / Espanto como el que muero".
Luego de aquella macabra acción proceden a acribillarlo con 44 balazos que van a impactar en lo que queda de su físico.
El cuerpo fue arrojado junto al cementerio metropolitano, encontrado tres días mas tarde y enterrado casi clandestinamente por su esposa.
El 5 de diciembre del año 2009 se haría un nuevo entierro y en homenaje al gran poeta chileno se cambiaría el nombre del estadio en el que murió por el de Estadio Víctor Jara.
Fue así como una voz brillante se cayo a la fuerza, fue así como otro bueno quedó en el camino por culpa de que, por desgracia siempre terminan siendo mas fuerte los malos, resta descubrir si esto se debe a que son mas o a que simplemente están mejor organizados.


Fuentes:
Propias
Diario El Pais 5/12/2009
wikipedia