miércoles, 5 de enero de 2011

Los buenos mueren VIII

Estamos en Santiago de Chile, hoy es 16 de septiembre del año 1973. Hace ya cinco días que murió Salvador Allende y que Augusto Pinochet está llevando a cabo su macabra dictadura. Hoy el arte entero llora la muerte de uno de sus mejores y mas puros exponentes, hoy, en el Estadio de Chile fallece Víctor Jara.
Al momento del golpe de estado Víctor Jara junto con otras 600 personas, en su mayoría estudiantes de la UTE, se encuentran en la sede de dicha Universidad dispuestos a dar batalla por su líder. Una vez muerto el legítimo presidente chileno las fuerzas pinochetistas ingresan armados hasta los dientes en la facultad y se llevan prisioneros a los 600.
El 12 de Septiembre de 1973 ingresan al Estadio de Chile, allí los esperaba un oficial envalentonado por el poder y las armas, al distinguir entre el centenar de detenidos al poeta alza la voz y exige, “A ese hijo de putas me lo traen para acá y no me lo traten como señorita carajo” tras la orden el prisionero recibió un violento culatazo y quedó tendido a los pies del oficial. “Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda” le dijo antes de golpearlo una y otra vez, en la cabeza, en el cuerpo, en cada centímetro de su piel.
El cantante que había sabido llegar a los rincones del pueblo chileno con su guitarra y sus versos se retorcía en el piso, pero no perdía la sonrisa, lo cual exacerbaba más al oficial.
Edwin Dimter Bianchi, conocido como "El Príncipe", es el oficial que golpea salvajemente a Víctor Jara, sin cansancio y sin piedad durante cuatro largos días. El cantante sufre cada golpe en silencio. Se retuerce y resiste el martirio injusto de lo que le toca vivir. Vaya ironía su destino, el que había escrito entre muchas otras cosas “el amor a la justicia como instrumento del equilibrio para la dignidad del hombre”, estaba siendo humillado y avasallado por feroces golpizas.
Ya no es uno, son varios los oficiales que se ensañan con Jara, ya los brazos no alcanzan asique comienzan a darle culatazos, uno de ellos le hunde su ojo derecho. La sangre cubría completamente cuando comienzan a jugar a la ruleta rusa en su sien.
Antes de matarlo y como símbolo de la crueldad y la aberración humana que fue aquella dictadura que duró 17 años, los oficiales rompen las manos de Jara a culatazos. Aquellas manos que en pleno cautiverio y desesperación habían dejado un último verso, "Canto que mal que sales / Cuando tengo que cantar espanto / Espanto como el que vivo / Espanto como el que muero".
Luego de aquella macabra acción proceden a acribillarlo con 44 balazos que van a impactar en lo que queda de su físico.
El cuerpo fue arrojado junto al cementerio metropolitano, encontrado tres días mas tarde y enterrado casi clandestinamente por su esposa.
El 5 de diciembre del año 2009 se haría un nuevo entierro y en homenaje al gran poeta chileno se cambiaría el nombre del estadio en el que murió por el de Estadio Víctor Jara.
Fue así como una voz brillante se cayo a la fuerza, fue así como otro bueno quedó en el camino por culpa de que, por desgracia siempre terminan siendo mas fuerte los malos, resta descubrir si esto se debe a que son mas o a que simplemente están mejor organizados.


Fuentes:
Propias
Diario El Pais 5/12/2009
wikipedia

1 comentario:

Cappe dijo...

MUY bueno Juan, buenísimo! La Historia es a veces terrible, pero hay que contarla. Y hay que saber contarla... Es la única manera de aprender, de conocer para saber hacer la historia. Nosotros, el pueblo, y nos los títeres del enemigo, esos "malos" que no se cansan de aparecerse cada vez que el pueblo se levanta.