martes, 6 de diciembre de 2011

Los pasos de los fracasos

Y un día el esfuerzo ya no alcanza… miras para atras en la búsqueda de un puto logro y no encontras siquiera una estúpida mueca de satisfacción en el trascurso de tus días. Tu vida no es más que una sucesión de fracasos y cada uno pesa un poco más. Te ves envuelto en una nube gris de la que no se puede salir, todo es niebla, todo es oscuridad y no hay siquiera una vela que ilumine el sendero correcto por el cual transitar.
Y un día el esfuerzo ya no alcanza… cansado de tropezar decidís quedarte tirado, esperando que alguien se digne a alcanzarte una mano que te ayude a levantar. Buscas en tus recuerdos un instante de aprobación ajena sobre el cual rearmar tu autoestima y no encontras siquiera una palmada de aliento en tus momentos más difíciles. Siempre fuiste un perdedor, el estigma te persigue por la vida y te pesa, te cansa, te agobia. Nadie mira tus logros, para nadie son importantes ni siquiera para vos, que seguís inmóvil ante la mirada hostil del mundo, sufriendo, implorando piedad, esperando una caricia.
Y un día el esfuerzo ya no alcanza… en verdad nunca alcanzó, nunca fue suficiente, te quedaste en el camino tantas veces como empezaste a andarlo, te rendiste ante la adversidad incluso más veces de las que ella se te presentó, batiste todos los records del fracaso a causa de tu falta de confianza basada en la idea extrema de querer deslumbrar a todos y sin poder siquiera hacer suspirar a uno.
De tanto buscar aprobación afuera terminaste decepcionándote hasta a vos mismo, conseguiste ser el segundo hombre más perdedor sobre la tierra, porque de tan perdedor que sos ni siquiera te dio el cuero para ser primero.
Y un día, o bien todos los días, el esfuerzo ya no alcanza, porque no es suficiente, porque nunca lo fue, porque siempre que empezas sabes que no vas a terminar, es tu estigma, tu suerte, tu destino, nadie mira con tus ojos, nadie siente tu dolor ante cada trunco camino al éxito, es que nadie se da cuenta, o a nadie le interesa que lo único que estas pidiendo a gritos es un poco de atención, pero como siempre en tu vida equivocas los caminos y ni siquiera sos capaz de conseguir tus deseos inconscientes.
Y así te quedas, así estas, así vas a seguir, solo, aturdido, perdido en un mundo que sentís ajeno, esperando un susurro al oído, un abrazo, algo que te haga sentir querido… así seguirás hasta el fin de la historia, siendo nadie, porque así lo elegís cada mañana, porque preferís esperar que los demás lo noten a torcer el rumbo de tus equivocaciones y hacerlo notar con claridad y confianza…

martes, 29 de noviembre de 2011

Revolución en los corazones

El sonido del descontrol lo abarcaba todo, mi mente, inhibida por los estragos de un fin de semana que había rozado a la locura no respondía muy bien ya a esas horas. La barra atestada de gente en condiciones para nada ejemplares eran el fiel reflejo del lugar. Había ido a buscar algo de tomar, más por costumbre que por sed y ella había tenido el glorioso gesto de acompañarme. Tras adquirir la bebida gire en su dirección y mis ojos chocaron con los suyos en un encuentro que nada tuvo de mundano, su mirada era un oasis de paz en medio del delirio, fue un instante eterno el que duró ese encuentro, una energía extraña recorrió mi cuerpo y se terminó el mundo cuando por fin bese sus labios.
Nada de lo que había alrededor tuvo ya importancia, todo parecía lejano, todo era distante, había ingresado en una dimensión paralela en la que éramos los únicos actores. Sentí la necesidad de abrazarla y ya no soltarla, porque supe que era en ella donde quería estar, creí y descubrí o creí descubrir que era mi lugar en el mundo.
El encuentro fue un comienzo, toda la estructura mental sobre la que había erigido mi vida se derrumbó por completo, me habían pateado el tablero y yo quedé absorto y totalmente embelesado con la nueva realidad que se abría a mi paso…
Mirarla me resulta increíble, incluso tengo la sospecha de que hasta Dios se inspira con su sonrisa y se deleita con su mirada. Describirla sería anclar autoritariamente con palabras frías algo tan profundo y perfecto que asusta cuando se piensa, pero que a la vez cautiva, fascina y maravilla cuando uno se deja llevar.
Y en eso estoy, queriéndola con exageración, alucinado con ella, enamorado de cada rasgo de su personalidad y embobado con mis nuevos cánones mentales, disfrutando de una nueva realidad en la que ella se lleva todo el protagonismo, pensándola a cada instante, recordándola a cada minuto, porque por más que la vida esté llena de cosas fantásticas ella es sin lugar a dudas la compañía más perfecta que mi ser puede tener y su rostro es, por escándalo, el paisaje más majestuoso y admirable que mis ojos pueden ver y disfrutar…

martes, 15 de noviembre de 2011

Filosofía barata y zapatos de goma

"El ómnibus se ha ido el amor se ha vencido quise quedarme pero me fui"




Me miré al espejo como quien mira a un desconocido, no me encontraba en ese rostro frío que acababa de cortar el teléfono. Mojé mi cara buscando en el agua un sedante al dolor, intenté pensar que si sucede conviene y que las cosas habían pasado por algo. No pude, no quise o no supe convencerme de ese ataque forzado de optimismo. Estaba triste, muy triste, los ecos de tu adiós resonaban en mi mente y empujaban mi alma al vacío. Tu mirada, antes tan mía me parecía cada vez más lejana, cada vez más ajena…
Sentía que el corazón buscaba escaparse de mi pecho, me parecía estar a punto de estallar del dolor. Mi pena era tan grande como el silencio de mi hogar y mi soledad tan profunda como la obscuridad que me acompañaba esa noche. Los recuerdos invadían mi alma y llegaban a lo más profundo de mí ser, me sentía ahogado por mi propia tristeza, buscando en mi mente los motivos de un fracaso tan grande y tan doloroso que no me sentía capaz de resistir.
Me hundí en la cama, el humo del último cigarrillo que había apagado aun emanaba un intenso olor, de mis ojos comenzaron a escaparse algunas lágrimas cargadas de impotencia, llenas de un odio que había sido amor, repletas de decepción que había sido esperanza.
Mi vida era a tu lado, no encontraba nada por fuera de vos y no sabía que había detrás del umbral de tu adiós. Una flecha helada se había clavado en el centro de mi pecho y me impedía hasta respirar, era un preso de la nostalgia, un esclavo de los recuerdos, condenado a vivir mirando para atrás, porque adelante no había nada, porque vos eras todo.
Traté entrecortadamente de llenar mis pulmones, de retomar energías. Todo me parecía más sombrío, más obscuro, más frío, más triste, más ajeno, más extraño. Ya no era yo, una parte de mi había muerto con lo que acababa de terminar. Apreté los dientes, me abracé a la soledad y así me quedé, quieto, llorando, tratando de encontrar la manera de ser feliz sabiendo que no volvería a ver de frente a tus ojos…

domingo, 6 de noviembre de 2011

Sintiendo sentir

“No tenía que pasar, no estaba en los planes” se repetía cada día, cada noche, cada minuto en que recordaba el desenlace que lo había dejado en aquel lugar. Y fue esa misma frase la que me dijo a mi cuando lo entrevisté. Estaba trabajando en mi tesis de derecho y las vueltas de la vida me habían dejado de frente a él en una celda fría de una aún más fría ciudad. Sus modos, su cuerpo y su mirar lo hacían el prototipo de preso que cualquiera se pudiera imaginar. Pero su sensibilidad y la manera en que expresaba sus recuerdos lo hacían parecer un poeta de barrios bajos de algún país desarrollado.
“Me habían tirado una data fija, era un lugar seguro, había mucha guita y yo me podía salvar para todo el viaje, salir de esta vida, porque yo si fuera por mí no afanaría, pero no me queda otra vio?” comenzó así su relato, yo no me detuve a pedirle que me tutee, aunque si recordé mis pasadas entrevistas, había oído una y mil veces el sueño frustrado de salir de esa vida con un robo que “los salve para todo el viaje”, hasta ahí su relato era una película que yo ya había visto.
“Entre según lo planeado por una ventana trasera de aquella casa, era rápido, estaba calculado, tenía mucha información que me había pasado alguien cercano a la familia, no podía fallar.” Aseguró. Mi pregunta entonces fue que era lo que había salido mal para que él estuviera ahí.
“Como le decía, yo tenía que entrar y agarrar la guita que estaba en un cajón del escritorio del fondo de una de las habitaciones, era agarrarlo, rajar y poder empezar de nuevo, era la única que me quedaba.” Se lo notaba arrepentido, pero para nada analítico con su accionar, algo estaba fallando, en ningún momento parecía ocurrírsele la idea de que robar no es una salida.
Pareció leerme el pensamiento y prosiguió, “a mí no me gusta afanar, pasa que no me queda otra vio? Y además yo sé dónde me meto, y la verdad es que a este tipo no le cambiaba nada lo que yo le iba a sacar”, me hubiera gustado decirle que aunque nada le cambie lo que iba a sacarle no le pertenecía, pero no tenía sentido, no estaba allí para ello y siempre había notado la tendencia a creerse Robin Hood que tienen muchos que están adentro, creo incluso que es un sistema de defensa mental.
“El tema es que una vez adentro algo salió mal, la casa tenía que estar vacía, pero me habían vendido pescado podrido, atraída por mis ruidos una mujer apareció por la puerta,” la forma en que lo contaba, su compenetración y su mirada hicieron que mi mente viajaran en espacio y tiempo a aquella habitación, lo vi todo, mi entrevistado, muy nervioso esgrimía su arma pidiendo silencio, la señora, más nerviosa aun no dejaba de gritar, “cállate hija de mil putas que te quemo” decía él, aunque su cara denotaba un profundo terror, ella seguía inmóvil gritando, estoy seguro que hubiera deseado correr, pero el miedo y los nervios la habían paralizado.
Él, visiblemente perturbado seguía apuntándole y exigiendo silencio, los gritos producidos en el lugar hicieron que apareciera una nueva persona en el lugar, un niño apareció corriendo, por lo que pude observar no superaba los 5 años, irrumpió en el lugar llorando, mi entrevistado lo miró atónito y casi como acto reflejo poso la mira de su arma en la cara del pequeño, algo pasó, su dedo movió el gatillo y el disparo, como un escupitajo mortal fue directo a la cabeza del niño que cayo inerte en ese preciso instante. La mujer salió de su estupor y se tiró encima de él tratando inútilmente de reanimarlo.
La escena fue demasiado fuerte, mi imaginación ya no podía soportarla, tenía ganas de llorar, salí de la habitación y volví a la celda, allí estaba mi entrevistado, las lágrimas brotaban de sus ojos con una sorprendente fluidez, el recuerdo de lo sucedido calaba muy hondo en sus sentimientos y se notaba que le dolía cantidades aquel desenlace.
Yo me quedé petrificado, mirándolo, sorprendido por mis propios sentimientos, sintiendo por un instante como víctima al victimario, queriendo consolar a un hombre que sin querer queriendo había cometido una atrocidad. Sintiéndome culpable por juzgarlo y sintiendo la misma culpa por no querer juzgarlo. Buscando una explicación a mil historias parecidas en donde todos son víctimas de la perversión de un sistema que solo genera muertes inocentes en base al enriquecimiento de algunos pocos culpables.

lunes, 24 de octubre de 2011

Atado a la soledad

Espero, desespero, necesito un gesto, una mirada, una respuesta, un guiño. El destino, la suerte, todo lo siento como una conspiración en mi contra. Espero, vuelvo a desesperar, comienzo a enloquecer, salgo, la lluvia responde a mi estado de ánimo. Corro, busco algo que no encuentro, encuentro algo que no busco, me pierdo, me hundo.
Abrumado, desesperado, sin rumbo, así estoy, así me siento, perdido. Me detengo, miro alrededor, oscuridad y silencio. Dolor y desesperanza. Aprieto los dientes, vuelvo a correr. Busco, no encuentro, espero, desespero, miro y no veo.
Una luz, una señal, un mensaje divino, algo que me diga que hay algo después de la nada, un ruido que me dé la pauta que no todo es silencio, un rayo, un instante de iluminación en toda esta obscuridad. Eso quiero, eso espero, por eso desespero. Una esperanza, me aferro a la idea de encontrar algo atrás de la bruma. Corro, desbocado, mis pasos cada segundo son más pesados, mi mente cada vez está más lejos de mi corazón, mi razón cada vez le huye más a mi alma.
Veo algo, a lo lejos, no sé qué es, ¿serán tus ojos? Creo que sí, apuro el paso, voy hacia ellos. Son tus ojos, mi vida cobra un nuevo sentido, voy a alcanzarlos, ya casi, es solo un paso más y también podré ver tu rostro, lo imagino espléndido, porque sé que es espléndido, quiero llegar a él. Algo me lo impide, estoy atado, esposado, detenido en el tiempo. Algo me impide llegar a vos ¿o serás vos la que no quiere que te alcance? Lucho con cuerdas invisibles, consigo soltarme de una y aparece otra.
Peleo una y otra vez, el destello de tu mirar cada vez es más distante, no quiero dejarte ir, intento escapar, seguirte, buscarte, amarte. No puedo, estoy encarcelado, esposado a un poste que no puedo ver. Desisto, te veo alejar, lloro, me enojo, vuelvo a pelear, pero ya no hay opción, ya no hay salida. Parado, petrificado, desesperado, así me quedo, así me muero, aferrado a la estúpida esperanza que tu mirar vuelva a sacarme de mi quietud…

lunes, 17 de octubre de 2011

La vida en condicional

Sufría la agonía de vivir pensando en lo que no paso. Su presente era una palabra inabarcable. Existía en una dimensión extraña donde su futuro era una proyección de un pasado inexistente. Toda una vida de malas decisiones lo había condenado a vivir arrepentido y encerrado. Soñando haber vivido en los zapatos de otra persona, anhelando tener otras experiencias, imaginando una vida que no tenía.
No alcanzaba a darse cuenta que estaba a tiempo de cambiar, esperaba desesperando una solución divina a su problema terrenal.
Lo que realmente lo afectaba no eran sus decisiones, que en sí mismas no tenían una valorización ni positiva ni negativa, el meollo de la cuestión era lo que él después hacía con ellas. Una y otra vez había hecho real la frase “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra,” toda su vida había sido la repetición de su pasado. Elegía un rumbo y se arrepentía por no haber seguido otro y así una vez y así siempre. Sus días se sucedían como una repetición de bifurcaciones en las que siempre se equivocaba o al menos eso creía y cada vez se encerraba más en su propia mente, soñando cambiar su pasado, pero sin hacer nada para cambiar su futuro. Sin notar que es sobre el presente el único estado temporal sobre el que uno tiene poder de acción.
Él como muchos, vivía pensando que por razones externas, inherentes a su propio destino su vida no podía ser feliz. Creía que no era justo lo que le pasaba y no podía, no quería o no le salía notar que cada uno es juez de su existir y que no se trata de cuan justo sea el pasar, se trata de saber canalizar las injusticias potenciando los instantes de justicia, porque si bien muchas veces nos pasan cosas que no dependen de nosotros lo que uno hace a partir de ellas si son responsabilidad propia y es allí donde uno empieza a interceder en el propio destino. Porque lo importante de cada vida es la capacidad de protagonizarla, de nada sirve ser extra porque no hay un libreto con final feliz predeterminado para cada uno. Por el contrario tenemos la capacidad de escribir y reescribir el guión a cada paso…

miércoles, 12 de octubre de 2011

La noche que casi me enamoro

El día no había sido bueno, problemas graves en gente muy querida habían generado una profunda tristeza en mí ser. La noche había llegado impasible y el silencio de mi cama en mi casa solitaria contribuía a mi desolación.
Estaba triste, afligido, desconsolado. El recuerdo de la tarde en compañía del dolor ajeno que se hizo propio originaba en mí una angustia inmensa que solo era apaciguada por el recuerdo tibio de sus besos algunos días atrás.
Por primera vez en lo que llevaba de vida sentía la necesidad de tener cerca alguien a quién aferrarme, a quien abrazar, con quien compartir el dolor que sentía para así poder detenerlo. Por primera vez me sentí solo y necesitado de amor.
Fue esa noche cuando comprendí la importancia de tener alguien con quien compartir la vida, alguien que potencie la felicidad y calme el dolor. Fue esa noche el momento que casi me enamoro, aunque por esas cosas de la vida, ese casi no pasó a mayores.

lunes, 13 de junio de 2011

Discusiones violentas

- ¿Seguís siendo un perdedor? – Pregunto ella al verlo, desde hacia tiempo no se querían y nunca habían tenido oportunidad de sacarse las ganas de decírselo uno frente al otro. La casualidad los junto en casa de un amigo en común y no pudieron ubicarse.
- Sí – contestó el – ¿Vos seguís coleccionando fracasos? – retruco con una tranquilidad asombrosa, tenía una gran capacidad para herir a los demás disimulando sus propios sentimientos y esa apariencia de superación era lo que a ella mas la sacaba.
- ¿Te das cuenta que seguís siendo el mismo pelotudo? Te haces el superado y quedas como un gil – Su voz irradiaba un odio infinito y la gente alrededor no atinaba a interceder, los dos tenían un carácter fuerte y eran impredecibles, lo más sensato era no meterse.
- Sí, me doy cuenta, pero como soy feliz no tengo planes de cambiar. Igual sería lindo que te ubiques un poco, estamos en una reunión, no da para hacer papelones, aunque se que esa es tu especialidad! De última todo lo que me quieras decir mandamelo por mail y yo lo miro en casa tranquilo. – Su voz sonaba tan calma que hubiera exasperado a cualquiera.
- Flaco, avívate, sos un pelotudo. ¿No te das cuenta que no te banca nadie? – Ya hablaba a los gritos, estaba a punto del ataque de nervios.
- Claro que me doy cuenta, me doy cuenta que vos no me bancas y vos sos nadie, asique… 2 más 2 son cuatro, ¿entendes o te presto el celu con calculadora? – seguía hablando tranquilo, implacable, sabía que ella odiaba su soberbia y hacia un esfuerzo por parecer incluso más pedante de lo que podía ser. Ella ya no podía disimular su bronca, gritando y al borde de las lágrimas se sacó las ganas de decirle cuanto agravio se le ocurrió.
- Siempre el mismo imbécil, te crees vivo y ganador, todos sabemos que sos un fracasado, un pelotudo que se hace el importante. Gil, ¿Quién te crees que sos? Seguí haciéndote el superado, ya vas a ver cómo te va, bobo – la catarata de insultos continuó, ella cada vez estaba más nerviosa y el cada vez parecía más tranquilo,
- No creo que me vaya tan mal – dijo calmo – de cualquier manera me encanta ver todos los sentimientos que te despierto, juro que vos a mi me sos totalmente indiferente – está última sentencia la dejo sin recursos para contestar. Se hundió en un rincón junto a sus amigas, al borde de las lágrimas, con una profunda bronca e impotencia.
Él también se ubico junto a algunos amigos, muy enojado por el mal momento que le había tocado vivir, sabiendo que podría haber sido mucho más duro, porque tenía muchas más cosas por decir y ganas de decirlas, pero consideraba que no valía la pena, que era mejor ningunearla, ya que nada bueno podía salir de una discusión con ella.

domingo, 12 de junio de 2011

El precio de la apariencia

Bella, encantadora, seductora, así se muestra. La noche parece ser su hábitat, busca que las miradas ajenas se posen en ella, tiene una gracia y un estilo que consigue que nunca pase inadvertida sin parecer exagerada. Baila, se pasea, se mueve, todo parece estar calculado, todo en ella parece estar hecho para seducir.
Es linda y parece saberlo. Disfruta de seducir a extraños, le resulta sencillo que todos quieran mirarla. Es casi natural que la deseen, habla con todo aquel que se le acerca y a todos les deja la sensación de tener chances de irse con ella. Maneja a la perfección el arte de la seducción y tiene el justo toque de histeria que hace volver loco a cualquier hombre.
Su apariencia de mujer perfecta, su belleza, su gracia y su estilo duran lo que demora en regresar a su hogar. Unas noches si y otras también, cuando se va a acostar mira para los costados, busca a tientas en la obscuridad una compañía, se siente sola, vacía, perdida. Los años se le vinieron encima y nunca pudo acercar su realidad con su apariencia. Su cama más de una vez la ha visto llorar, a veces despacito, a veces desconsoladamente, pero siempre con la profunda tristeza que le da su soledad y su futuro incierto.
Se odia a sí misma, detesta no poder ser para afuera lo que es para adentro, solo le abre su vida a unas pocas selectas personas que la ayudan y acompañan. Son ellas en las que se apoya cuando está mal y es por eso que cada mañana al despertar respira profundo y se da cuenta que no esta tan sola ni tan pérdida. De cualquier manera no es presa de su personalidad ciclotímica y por más que lo intenta no puede dejar de llorar de noche y consolarse de día…

jueves, 9 de junio de 2011

Recuerdos ingratos

Trago una gran bocanada de humo de su cigarrillo, lo fumo lento, lo mezclo con su angustia. Se sirvió otro trago de whisky e intento alejar aquel triste recuerdo de su cabeza. No pudo, nunca podía, las imágenes llegaban a él una y otra vez, se le repetían y lo asfixiaban con su dolor.
Veía la cara de ella, radiante, mágica, hermosa, le sonreía y le hablaba. El la escuchaba, adoraba su voz, habían aprovechado el fin de semana largo para hacerse una escapada a Córdoba, les gustaba viajar juntos, disfrutaban de su mutua compañía quizá más que cualquier otra pareja, se tenían un amor sano y profundo que los llenaba de energía. Sus ojos lo hacían sentir feliz. Su recuerdo vagaba por el comienzo del viaje y hacía un esfuerzo sobrehumano por sacarse la imagen de su mente. No podía, no quería, no sabía cómo hacer para olvidar…
La miraba y charlaban, la ruta estaba calma y el clima era ideal, la música acompañaba la conversación… Su recuerdo era tan real que hasta escuchaba su voz, casi como un sueño, casi como una pesadilla lo revivía todo una y otra vez. Estaba enloqueciendo de tristeza…
Estaba distraído con su sonrisa cuando se dio cuenta que el auto había mordido con una rueda la banquina, quiso retomar el camino con un brusco volantazo que lo cruzó de carril… fumo otra larga pitada, se le hacía insoportable seguir recordando pero le resultaba imposible dejar de hacerlo…
Ella gritó del susto, una camioneta venia a estrellarse de frente a su automóvil, intento esquivarla, clavo el freno, pero nada sirvió demasiado, la colisión era inevitable… una lágrima ganó su cara, al llegar a este momento comenzaba su desesperación, tomo un gran trago de whisky y se encendió otro cigarrillo, quería desconcentrarse para frenar el torbellino de imágenes que se sucedían…
El auto dio un vuelco, el impacto había sido muy fuerte pero había dado contra el costado del auto opuesto a él, el cinturón lo mantuvo fuertemente sujetado y cuando por fin se detuvo el vehículo abrió los ojos para ver a ella, era esa la imagen que jamás podría quitar de su mente, era esa la imagen que le destrozaba el corazón en sus recuerdos, su novia, su amor yacía sin vida a su lado por un accidente que él había provocado… recordaba la expresión de terror de su cara y sentía un frío helado que le recorría el cuerpo.
Intentó vanamente disipar sus recuerdos, pero no pudo, no quiso, se levantó a buscar más whisky, lloraba sin consuelo por el dolor de sus recuerdos, vio por la ventana del departamento la infinidad de la noche, estaba desesperado de dolor, ya no lo aguantaba, corrió y salto, en los segundos que duró la caída que lo separó de la muerte solo atinó a gritar: “perdón mi amor, ahí voy con vos”…

martes, 31 de mayo de 2011

Desgarra y sangra

Doblo la esquina y apresuró el paso, corrió por las calles, sabía el sitio exacto al que se dirigía una sospecha le abrumaba la mente desde hacia tiempo y una premonición le indicaba que hoy era el día en que iba a corroborarla, cruzó la calle a gran velocidad, corto camino por la plaza, esquivo a unos pequeños en bici y oyó al pasar la maldición de la madre por su imprudencia, no se detuvo a contestar ni a pedir perdón, iba enceguecido, como caballo desbocado, sin mirar para los costados, avanzaba hacia el lugar que su corazón le decía que iba a encontrarlos.
A medida que avanzaba su bronca y temor aumentaban, no quería encontrarse con lo que iba a buscar, deseaba con lo más profundo de su ser estar equivocado. Pasó el boulevard, no espero el semáforo y zigzagueó entre los autos, escucho las bocinas y los insultos, nada lo detuvo, y probablemente de concretar sus sospechas hubiera preferido ser atropellado.
Volvió a doblar la esquina y allí estaban, ella, quién había creído el amor de su vida, por quien habría dado lo que no tenía, la mujer con quién había querido formar una familia y él, a quién creía su mejor amigo, con quién habían compartido todo desde pequeños, la persona en quién mas había confiado en sus 26 años de vida. Al verlos en el auto se le vino el mundo abajo.
Su cerebro dejó de responderle y solo actuó, abrió la puerta y lo bajó a la fuerza, lo insultó, inútiles fueron los gritos de ella, que se bajo suplicando, el se detuvo a mirarla, la miró con los ojos mas llenos de odio que se hayan conocido jamás y solo atinó a decirle “vos no te metas, no existís, ya no sos nadie”, la fuerza de sus palabras la dejó petrificada.
Después de dedicarle esa corta oración a su ahora ex novia volvió a ocuparse su ahora ex amigo, lo fulminó con la mirada, se acercó y lo golpeó con fuerza en la cara, se le tiro encima, hubiera querido dejar de golpearle, pero su cuerpo ya no respondía a su mente y solo actuaba por mandato de su corazón, hubiera querido parar, pero estaba enceguecido e invadido por una ira asesina, no paró, no pudo, no quiso, le pegó como nunca se hubiera creído capaz de pegarle a nadie, no era él, se desconocía en ese estado, solo lloraba y golpeaba hasta que su amigo dejó de moverse…
El resto de la historia la vivió en tercera persona, la policía, la ambulancia, todo lo recordaba como si se lo hubieran contado en vez de haberlo vivido. Se lo llevaron detenido, los golpes habían producido la muerte de su amigo y su declaración, días posteriores, dio origen a este relato…

martes, 10 de mayo de 2011

Atado a mi mente

Encerrado, así me siento, oprimido, deprimido, torturado por mis propios pensamientos, por mis dudas, por mis miedos. Encerrado, alterado, desesperado. Busco a tientas una explicación lógica para esta sensación de agobio mental, para tantos temores fundados solamente en mi falta de confianza.
Miro para atrás y cuento en centenas mis fracasos, miro hacia adelante y no encuentro un motivo para pensar que puedo cambiar en mi futuro lo que fui en mi pasado. Me siento igual a ayer, pero se que puedo empeorar. Me desespera el paso del tiempo y mi quietud. Encerrado, así me siento, oprimido, deprimido por el paso de los años. Los días se suceden en mi vida y no encuentro bien que hacer con ellos, ya no vivo, apenas sobrevivo a las grises jornadas en las que padezco mi existir.
No es fácil vivir con la certeza de nunca alcanzar la gloria, por eso albergo la esperanza mágica de encontrar el rumbo en algún momento iluminado por la divinidad. Me aferro a pequeñas señales que me hacen sentir que puedo llegar a un objetivo, aunque no sea demasiado complejo. Es que aprendí de los pájaros que se empieza volando bajito antes de dominar los cielos.
Y si bien es cierto que me siento encerrado, oprimido, deprimido y desesperado, se también que mis ataduras son mentales, nada externo me ata al fracaso, soy yo mi peor enemigo, quien no supo cómo o por donde encontrar la forma de superar los escollos. Soy yo quien cae ante el primer tropiezo sin oponer resistencia. Soy yo quien no sabe esperar el avance lento. Me siento perdido si no veo resultados instantáneos, quiero ir más rápido que el tiempo y termino por frústrame casi antes de comenzar.
“Hay que tener paciencia” me dijo una chica de ojos lindos, tan simple como cierto, hay que tener paciencia, pero no quedarse quieto. En la confusión de esos dos conceptos esta mi encierro. En sentir que las cosas que no son ya no van a ser nunca. La vida es un aprendizaje continuo y mi problema es que no encuentro que hacer con mis experiencias, me quedo en la derrota, no se esperar sin desesperar, no se buscar y no encontrar, me frustro rápido y tengo miedo, mucho miedo, que no pueda cambiar mi destino…

sábado, 9 de abril de 2011

Amanecer romántico

Abrí los ojos y allí estaba, me miraba desde lo profundo de la oscuridad, sus ojos destellaban el fulgor romántico de su amor, sonreía, se la veía feliz observándome en la penumbra. Abrí los ojos y allí estaba hermosa, radiante, iluminando el cuarto con su presencia, su mirada puesta en la mía generaba una conexión que me dejaba fascinado, podría haber pasado horas mirándola, amaba contemplar su perfección, desaparecían las dudas y los temores con solo tenerla cerca.
Estaba maravillado, todo en ella me parecía extraordinario, me hacía sentir el rey del mundo, simplemente porque ella era mi reina y por sobre todo, porque ella era mi mundo.
Abrí los ojos y allí estaba, tan perfecta que parecía un espejismo, mi corazón se llenó de amor al verla, estaba encantado con su sonrisa, la miré unos segundos para sentirla real, estire mi mano para acariciar su rostro, me levante para poder abrazarla.
No pude, su imagen desapareció en cuanto me incorporé, se esfumó como la niebla, desapareció de un soplido y allí quede yo, triste, en la cama, abrazando a mi soledad y esperando el milagro divino de su regreso…

jueves, 20 de enero de 2011

Las palabras hacen las cosas

Caminaba sin pensar demasiado en nada importante, le entretenía el silencio de la noche. Descubría una nueva ciudad en la ciudad de siempre, más calma, más silenciosa, mas linda pero a la vez mas ajena.
En eso vagaban sus reflexiones cuando pasó frente al mural de la plaza, la leyenda iluminada se erigía imponente, “El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras,” leyó. El proverbio árabe quedó retumbando en su cabeza, una serie de pensamientos se agolpó en su mente y le costaba encadenarlos.
“Las palabras” se repitió en voz alta, “que cosa extraordinaria”, recordó el a Pablo Neruda cuando decía, “Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció...”
Siempre lo había atrapado el lenguaje, pero sabía que era un tema que lo excedía por completo, se sentó en un banco intentando acomodar sus pensamientos. Recordó pasajes de “Las palabras y las cosas” de Michel Foucault, trató de buscar en su memoria algo que le sirviera para ese momento de desconcierto intelectual pero nada útil halló en ella.
Pensó en su escepticismo a las palabras. Siempre había sido de la idea de creer en las intenciones que tienen las palabras, no en las palabras por si mismas. Los significados nunca concuerdan de manera fehaciente con lo que uno quiere decir o bien con el porque uno lo dice.
Sabía que no era fácil explicar sus reflexiones, justamente porque no le alcanzaban las palabras, a veces ni siquiera se entendía el mismo.
Otra frase le vino a la mente cuando se levantaba vencido por aquel arrebato de furia reflexiva que no había podido analizar, “solo es conciente aquello que se puede poner en palabras,” recordó.
Comenzó a caminar con esa oración en la cabeza, entendió con ella que solo las palabras son capaces de hacer entender las cosas, que no hay pensamiento que pueda explicarse sin ponerse en palabras.
Supo que las palabras tienen la extraordinaria facultad de crear el mundo y de destruirlo sin que nada pase alrededor, que a partir de ellas se puede crear realidades inexistentes y ocultar verdades reales. Entendió así el porque de buscar las intenciones y no quedarse en las palabras, porque simplemente la realidad es lo que uno quiere sin que necesariamente eso sea lo que uno dice…

lunes, 10 de enero de 2011

Ella

Ella se pasea con confianza por cada uno de los lugares en los que frecuenta. No es lo que uno diría una chica linda pero tiene la extraña capacidad de disimular muy bien su fealdad. Se viste bien, tiene gracia, estilo y un carisma delicioso.
Ella es el centro de atención y de atracción de cada sitio en el que está. Nadie sabe porque ni como, pero es difícil sacarle la vista de encima.
Su pelo no tiene apariencia de estar bien cuidado, pero de igual manera tiene el peso exacto para quedar bien acomodado. Su piel morena le queda muy bien a sus ojos pardos y su nariz prominente se disimula un poco con su gran sonrisa. El resto de su cuerpo no tiene nada demasiado destacable, aunque si hay que aceptar que todo esta en el lugar que debe estar. Su forma de vestir y su actitud hace que parezca un cuerpo esbelto, su carisma y personalidad hacen que parezca la mujer ideal.
Cuando esta desnuda, queda al descubierto el engaño de su apariencia, pero en la cama se encarga de superar con creces lo que le falta a su cuerpo.
Mas de una vez la he soñado a mi lado, no soy el único, no ha habido hombre con quien hable de ella que no haya soñado con tenerla.
Las mujeres no comprenden el porque de sus encantos y los hombres estamos tan apasionados con ella que nos resulta imposible explicarlo
Casi ya no hay novia que se ponga celosa cuando su pareja detiene su andar para mirarla, es que la fuerza de la costumbre pudo más que cualquier cosa. Posee una magia extraña que embeleza a quién pase por su lado. Tiene el glorioso record de haber conquistado a cuanto hombre haya deseado, aunque sus códigos de acero le prohíben meterse en propiedad privada.
Una vez me quiso y una vez me tuvo, yo la quise siempre, pero a ella parece no importarle demasiado. No me rechaza con maldad, pero me invita cortésmente a seguir mi camino.
Es así con todos y es así como nadie puede escaparle a sus encantos, es así como cualquier hombre que la conozca alberga en sí la esperanza que en algún instante mágico en que la divinidad este de su lado consiga el regocijo de acostarse con ella y poder soltarse al placer terrenal de alcanzar la gloria de su cuerpo.

miércoles, 5 de enero de 2011

Los buenos mueren VIII

Estamos en Santiago de Chile, hoy es 16 de septiembre del año 1973. Hace ya cinco días que murió Salvador Allende y que Augusto Pinochet está llevando a cabo su macabra dictadura. Hoy el arte entero llora la muerte de uno de sus mejores y mas puros exponentes, hoy, en el Estadio de Chile fallece Víctor Jara.
Al momento del golpe de estado Víctor Jara junto con otras 600 personas, en su mayoría estudiantes de la UTE, se encuentran en la sede de dicha Universidad dispuestos a dar batalla por su líder. Una vez muerto el legítimo presidente chileno las fuerzas pinochetistas ingresan armados hasta los dientes en la facultad y se llevan prisioneros a los 600.
El 12 de Septiembre de 1973 ingresan al Estadio de Chile, allí los esperaba un oficial envalentonado por el poder y las armas, al distinguir entre el centenar de detenidos al poeta alza la voz y exige, “A ese hijo de putas me lo traen para acá y no me lo traten como señorita carajo” tras la orden el prisionero recibió un violento culatazo y quedó tendido a los pies del oficial. “Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda” le dijo antes de golpearlo una y otra vez, en la cabeza, en el cuerpo, en cada centímetro de su piel.
El cantante que había sabido llegar a los rincones del pueblo chileno con su guitarra y sus versos se retorcía en el piso, pero no perdía la sonrisa, lo cual exacerbaba más al oficial.
Edwin Dimter Bianchi, conocido como "El Príncipe", es el oficial que golpea salvajemente a Víctor Jara, sin cansancio y sin piedad durante cuatro largos días. El cantante sufre cada golpe en silencio. Se retuerce y resiste el martirio injusto de lo que le toca vivir. Vaya ironía su destino, el que había escrito entre muchas otras cosas “el amor a la justicia como instrumento del equilibrio para la dignidad del hombre”, estaba siendo humillado y avasallado por feroces golpizas.
Ya no es uno, son varios los oficiales que se ensañan con Jara, ya los brazos no alcanzan asique comienzan a darle culatazos, uno de ellos le hunde su ojo derecho. La sangre cubría completamente cuando comienzan a jugar a la ruleta rusa en su sien.
Antes de matarlo y como símbolo de la crueldad y la aberración humana que fue aquella dictadura que duró 17 años, los oficiales rompen las manos de Jara a culatazos. Aquellas manos que en pleno cautiverio y desesperación habían dejado un último verso, "Canto que mal que sales / Cuando tengo que cantar espanto / Espanto como el que vivo / Espanto como el que muero".
Luego de aquella macabra acción proceden a acribillarlo con 44 balazos que van a impactar en lo que queda de su físico.
El cuerpo fue arrojado junto al cementerio metropolitano, encontrado tres días mas tarde y enterrado casi clandestinamente por su esposa.
El 5 de diciembre del año 2009 se haría un nuevo entierro y en homenaje al gran poeta chileno se cambiaría el nombre del estadio en el que murió por el de Estadio Víctor Jara.
Fue así como una voz brillante se cayo a la fuerza, fue así como otro bueno quedó en el camino por culpa de que, por desgracia siempre terminan siendo mas fuerte los malos, resta descubrir si esto se debe a que son mas o a que simplemente están mejor organizados.


Fuentes:
Propias
Diario El Pais 5/12/2009
wikipedia