martes, 31 de mayo de 2011

Desgarra y sangra

Doblo la esquina y apresuró el paso, corrió por las calles, sabía el sitio exacto al que se dirigía una sospecha le abrumaba la mente desde hacia tiempo y una premonición le indicaba que hoy era el día en que iba a corroborarla, cruzó la calle a gran velocidad, corto camino por la plaza, esquivo a unos pequeños en bici y oyó al pasar la maldición de la madre por su imprudencia, no se detuvo a contestar ni a pedir perdón, iba enceguecido, como caballo desbocado, sin mirar para los costados, avanzaba hacia el lugar que su corazón le decía que iba a encontrarlos.
A medida que avanzaba su bronca y temor aumentaban, no quería encontrarse con lo que iba a buscar, deseaba con lo más profundo de su ser estar equivocado. Pasó el boulevard, no espero el semáforo y zigzagueó entre los autos, escucho las bocinas y los insultos, nada lo detuvo, y probablemente de concretar sus sospechas hubiera preferido ser atropellado.
Volvió a doblar la esquina y allí estaban, ella, quién había creído el amor de su vida, por quien habría dado lo que no tenía, la mujer con quién había querido formar una familia y él, a quién creía su mejor amigo, con quién habían compartido todo desde pequeños, la persona en quién mas había confiado en sus 26 años de vida. Al verlos en el auto se le vino el mundo abajo.
Su cerebro dejó de responderle y solo actuó, abrió la puerta y lo bajó a la fuerza, lo insultó, inútiles fueron los gritos de ella, que se bajo suplicando, el se detuvo a mirarla, la miró con los ojos mas llenos de odio que se hayan conocido jamás y solo atinó a decirle “vos no te metas, no existís, ya no sos nadie”, la fuerza de sus palabras la dejó petrificada.
Después de dedicarle esa corta oración a su ahora ex novia volvió a ocuparse su ahora ex amigo, lo fulminó con la mirada, se acercó y lo golpeó con fuerza en la cara, se le tiro encima, hubiera querido dejar de golpearle, pero su cuerpo ya no respondía a su mente y solo actuaba por mandato de su corazón, hubiera querido parar, pero estaba enceguecido e invadido por una ira asesina, no paró, no pudo, no quiso, le pegó como nunca se hubiera creído capaz de pegarle a nadie, no era él, se desconocía en ese estado, solo lloraba y golpeaba hasta que su amigo dejó de moverse…
El resto de la historia la vivió en tercera persona, la policía, la ambulancia, todo lo recordaba como si se lo hubieran contado en vez de haberlo vivido. Se lo llevaron detenido, los golpes habían producido la muerte de su amigo y su declaración, días posteriores, dio origen a este relato…

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