viernes, 27 de noviembre de 2009

Prohibido pensar

Sociedad enferma, gente sin mente, dolor. Hoy se sienten nuevos aires viejos, y un atronador sonido de botas hace que se erice la piel de mi espalda. El discurso se acerca cada vez mas a la derecha y nunca falta la insensatez de algún despreciable con su “Con los milicos vivíamos tranquilos.”
“Tendrían que volver los militares” Parece que eso es lo que quieren, que lo desean, que les gusta no pensar. Parece que olvidaron que mataron 30000 personas por el tremendo pecado de pensar distinto, que persiguieron, violaron. Quemaron libros, intervinieron escuelas y… nada, un detalle, de vez en cuando robaban bebes, pero eso no es tan grave, POR LOMENOS VIVIAMOS TRANQUILOS. Tranquilos vivirían los que callaron o se acoplaron a un régimen que comenzó a destruir al país, tranquilos los cobardes que nunca se atrevieron a luchar por la muerte de sus vecinos, tranquilos todos aquellos que nunca hicieron nada bueno por su país, que es el nuestro y lo arruinan con su quietud y discurso de derecha.
Me siento enojado, descreo de una sociedad mediocre que nada tiene por fuera de su propia soberbia. No entiendo porque cuesta tanto entendernos, veo una lucha polarizada entre dos cuerpos sociales que luchan por el monopolio del discurso legitimo y veo miles de fieles seguidores de uno y otro que defienden lo que escuchan sin detenerse a analizarlo. Veo una competencia y lucha de poderes que amenaza con acabar el país y veo en el medio una masa de personas que retoma el setentista discurso de los procesos militares.
Me preocupa saber que nuevamente queda demostrado que no aprendemos nada, me duele pensar que no hay memoria, nunca mas, nunca mas, NUNCA MAS a una dictadura militar, que parte de ASESINOS no entienden. La seguridad tiene que ser para todos, no sectorizada y a partir de la muerte de los demás. Hay que entender que quien pide la muerte es tan asesino como el que mata.

martes, 17 de noviembre de 2009

Solo lloro solo

Hace calor pero tengo frio, hay sol pero siento llover. No quiero sentir pero igual me duele, quiero vivir pero igual me muero. Me muero por dentro, se me seco en silencio, me consumo, me esfumo, me voy sin moverme, me marcho sin irme. Intento escapar a mi mente pero solo llego a mi corazón, me destrozo sin remedio y me hundo sin consuelo.
Así estoy, o más bien así no estoy, no soy, no existo, no vivo, solo siento y recuerdo, solo respiro y lloro. Solo me siento solo y no encuentro compañía, solo me encuentro solo y no siento más que dolores invisibles y castigos duraderos por errores ajenos, propios, extraños, prestados. Errores cometidos y sufridos, errores que marcaron mis días y me pasan facturas. Me equivoqué y te equivocaste, nos equivocamos y hoy lo estoy pagando en cuotas infinitas de dolor agudo.
Hace calor pero tengo frio, solo me siento solo, hay sol pero siento llover, me muero, vivo, siento sufro, escapo, muero, lloro, pero todo lo hago solo, muy solo, tan solo que se incrementa el dolor, tan solo que da miedo, tan solo que no soy capaz de divisar ni una sombra en el oscuro horizonte que veo acercarse…

lunes, 2 de noviembre de 2009

Entre el sueño y la locura de ser feliz

Una vez, un día, un momento, un loco instante que solo tienen los soñadores románticos se me ocurrió pensar que tal vez si me esforzaba podría conseguir contar una historia, un relato, un fragmento de vida y expresarme con la grandeza y majestuosidad con que lo hacen e hicieron los grandes escritores del mundo.
Soñé despierto que podía conseguir apropiarme de la lírica de Jorge Borges, la poética de Mario Benedetti o las ocurrencias de Gabriel García Márquez. Imaginé que de mi mente podían salir las bellas palabras y asociaciones de aquellos en los que algún día me inspiré, me ilusionó el lunático momento en el que fantasee con que mis dedos dibujaran en la hoja aquellas magnificas oraciones de genios de la literatura.
Una vez, un día, un momento, un loco instante que como vino se fue, aquella fracción de tiempo en que mi corazón se sintió capaz de crear vida en un papel terminó tan pronto como vino, se fue, se esfumó, se marcho pero no sin antes dejarme la enseñanza de saber que yo soy yo, Juan Pablo, que si bien nunca podré llegar a ser ni el reflejo de aquellos que entumecen corazones con palabras, siempre estará en mi la intención de hacer llegar a quién me lea sensaciones, dudas, sentimientos y pensamientos que en algún momento tocan mi mente, alma o corazón. Que siempre me alimentaré de sueños y tendré expectativas y que en definitiva será eso el móvil que lleve a mi vida a la felicidad que me espera en el horizonte…