lunes, 13 de junio de 2011

Discusiones violentas

- ¿Seguís siendo un perdedor? – Pregunto ella al verlo, desde hacia tiempo no se querían y nunca habían tenido oportunidad de sacarse las ganas de decírselo uno frente al otro. La casualidad los junto en casa de un amigo en común y no pudieron ubicarse.
- Sí – contestó el – ¿Vos seguís coleccionando fracasos? – retruco con una tranquilidad asombrosa, tenía una gran capacidad para herir a los demás disimulando sus propios sentimientos y esa apariencia de superación era lo que a ella mas la sacaba.
- ¿Te das cuenta que seguís siendo el mismo pelotudo? Te haces el superado y quedas como un gil – Su voz irradiaba un odio infinito y la gente alrededor no atinaba a interceder, los dos tenían un carácter fuerte y eran impredecibles, lo más sensato era no meterse.
- Sí, me doy cuenta, pero como soy feliz no tengo planes de cambiar. Igual sería lindo que te ubiques un poco, estamos en una reunión, no da para hacer papelones, aunque se que esa es tu especialidad! De última todo lo que me quieras decir mandamelo por mail y yo lo miro en casa tranquilo. – Su voz sonaba tan calma que hubiera exasperado a cualquiera.
- Flaco, avívate, sos un pelotudo. ¿No te das cuenta que no te banca nadie? – Ya hablaba a los gritos, estaba a punto del ataque de nervios.
- Claro que me doy cuenta, me doy cuenta que vos no me bancas y vos sos nadie, asique… 2 más 2 son cuatro, ¿entendes o te presto el celu con calculadora? – seguía hablando tranquilo, implacable, sabía que ella odiaba su soberbia y hacia un esfuerzo por parecer incluso más pedante de lo que podía ser. Ella ya no podía disimular su bronca, gritando y al borde de las lágrimas se sacó las ganas de decirle cuanto agravio se le ocurrió.
- Siempre el mismo imbécil, te crees vivo y ganador, todos sabemos que sos un fracasado, un pelotudo que se hace el importante. Gil, ¿Quién te crees que sos? Seguí haciéndote el superado, ya vas a ver cómo te va, bobo – la catarata de insultos continuó, ella cada vez estaba más nerviosa y el cada vez parecía más tranquilo,
- No creo que me vaya tan mal – dijo calmo – de cualquier manera me encanta ver todos los sentimientos que te despierto, juro que vos a mi me sos totalmente indiferente – está última sentencia la dejo sin recursos para contestar. Se hundió en un rincón junto a sus amigas, al borde de las lágrimas, con una profunda bronca e impotencia.
Él también se ubico junto a algunos amigos, muy enojado por el mal momento que le había tocado vivir, sabiendo que podría haber sido mucho más duro, porque tenía muchas más cosas por decir y ganas de decirlas, pero consideraba que no valía la pena, que era mejor ningunearla, ya que nada bueno podía salir de una discusión con ella.

domingo, 12 de junio de 2011

El precio de la apariencia

Bella, encantadora, seductora, así se muestra. La noche parece ser su hábitat, busca que las miradas ajenas se posen en ella, tiene una gracia y un estilo que consigue que nunca pase inadvertida sin parecer exagerada. Baila, se pasea, se mueve, todo parece estar calculado, todo en ella parece estar hecho para seducir.
Es linda y parece saberlo. Disfruta de seducir a extraños, le resulta sencillo que todos quieran mirarla. Es casi natural que la deseen, habla con todo aquel que se le acerca y a todos les deja la sensación de tener chances de irse con ella. Maneja a la perfección el arte de la seducción y tiene el justo toque de histeria que hace volver loco a cualquier hombre.
Su apariencia de mujer perfecta, su belleza, su gracia y su estilo duran lo que demora en regresar a su hogar. Unas noches si y otras también, cuando se va a acostar mira para los costados, busca a tientas en la obscuridad una compañía, se siente sola, vacía, perdida. Los años se le vinieron encima y nunca pudo acercar su realidad con su apariencia. Su cama más de una vez la ha visto llorar, a veces despacito, a veces desconsoladamente, pero siempre con la profunda tristeza que le da su soledad y su futuro incierto.
Se odia a sí misma, detesta no poder ser para afuera lo que es para adentro, solo le abre su vida a unas pocas selectas personas que la ayudan y acompañan. Son ellas en las que se apoya cuando está mal y es por eso que cada mañana al despertar respira profundo y se da cuenta que no esta tan sola ni tan pérdida. De cualquier manera no es presa de su personalidad ciclotímica y por más que lo intenta no puede dejar de llorar de noche y consolarse de día…

jueves, 9 de junio de 2011

Recuerdos ingratos

Trago una gran bocanada de humo de su cigarrillo, lo fumo lento, lo mezclo con su angustia. Se sirvió otro trago de whisky e intento alejar aquel triste recuerdo de su cabeza. No pudo, nunca podía, las imágenes llegaban a él una y otra vez, se le repetían y lo asfixiaban con su dolor.
Veía la cara de ella, radiante, mágica, hermosa, le sonreía y le hablaba. El la escuchaba, adoraba su voz, habían aprovechado el fin de semana largo para hacerse una escapada a Córdoba, les gustaba viajar juntos, disfrutaban de su mutua compañía quizá más que cualquier otra pareja, se tenían un amor sano y profundo que los llenaba de energía. Sus ojos lo hacían sentir feliz. Su recuerdo vagaba por el comienzo del viaje y hacía un esfuerzo sobrehumano por sacarse la imagen de su mente. No podía, no quería, no sabía cómo hacer para olvidar…
La miraba y charlaban, la ruta estaba calma y el clima era ideal, la música acompañaba la conversación… Su recuerdo era tan real que hasta escuchaba su voz, casi como un sueño, casi como una pesadilla lo revivía todo una y otra vez. Estaba enloqueciendo de tristeza…
Estaba distraído con su sonrisa cuando se dio cuenta que el auto había mordido con una rueda la banquina, quiso retomar el camino con un brusco volantazo que lo cruzó de carril… fumo otra larga pitada, se le hacía insoportable seguir recordando pero le resultaba imposible dejar de hacerlo…
Ella gritó del susto, una camioneta venia a estrellarse de frente a su automóvil, intento esquivarla, clavo el freno, pero nada sirvió demasiado, la colisión era inevitable… una lágrima ganó su cara, al llegar a este momento comenzaba su desesperación, tomo un gran trago de whisky y se encendió otro cigarrillo, quería desconcentrarse para frenar el torbellino de imágenes que se sucedían…
El auto dio un vuelco, el impacto había sido muy fuerte pero había dado contra el costado del auto opuesto a él, el cinturón lo mantuvo fuertemente sujetado y cuando por fin se detuvo el vehículo abrió los ojos para ver a ella, era esa la imagen que jamás podría quitar de su mente, era esa la imagen que le destrozaba el corazón en sus recuerdos, su novia, su amor yacía sin vida a su lado por un accidente que él había provocado… recordaba la expresión de terror de su cara y sentía un frío helado que le recorría el cuerpo.
Intentó vanamente disipar sus recuerdos, pero no pudo, no quiso, se levantó a buscar más whisky, lloraba sin consuelo por el dolor de sus recuerdos, vio por la ventana del departamento la infinidad de la noche, estaba desesperado de dolor, ya no lo aguantaba, corrió y salto, en los segundos que duró la caída que lo separó de la muerte solo atinó a gritar: “perdón mi amor, ahí voy con vos”…