Bella, encantadora, seductora, así se muestra. La noche parece ser su hábitat, busca que las miradas ajenas se posen en ella, tiene una gracia y un estilo que consigue que nunca pase inadvertida sin parecer exagerada. Baila, se pasea, se mueve, todo parece estar calculado, todo en ella parece estar hecho para seducir.
Es linda y parece saberlo. Disfruta de seducir a extraños, le resulta sencillo que todos quieran mirarla. Es casi natural que la deseen, habla con todo aquel que se le acerca y a todos les deja la sensación de tener chances de irse con ella. Maneja a la perfección el arte de la seducción y tiene el justo toque de histeria que hace volver loco a cualquier hombre.
Su apariencia de mujer perfecta, su belleza, su gracia y su estilo duran lo que demora en regresar a su hogar. Unas noches si y otras también, cuando se va a acostar mira para los costados, busca a tientas en la obscuridad una compañía, se siente sola, vacía, perdida. Los años se le vinieron encima y nunca pudo acercar su realidad con su apariencia. Su cama más de una vez la ha visto llorar, a veces despacito, a veces desconsoladamente, pero siempre con la profunda tristeza que le da su soledad y su futuro incierto.
Se odia a sí misma, detesta no poder ser para afuera lo que es para adentro, solo le abre su vida a unas pocas selectas personas que la ayudan y acompañan. Son ellas en las que se apoya cuando está mal y es por eso que cada mañana al despertar respira profundo y se da cuenta que no esta tan sola ni tan pérdida. De cualquier manera no es presa de su personalidad ciclotímica y por más que lo intenta no puede dejar de llorar de noche y consolarse de día…
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