miércoles, 12 de octubre de 2011

La noche que casi me enamoro

El día no había sido bueno, problemas graves en gente muy querida habían generado una profunda tristeza en mí ser. La noche había llegado impasible y el silencio de mi cama en mi casa solitaria contribuía a mi desolación.
Estaba triste, afligido, desconsolado. El recuerdo de la tarde en compañía del dolor ajeno que se hizo propio originaba en mí una angustia inmensa que solo era apaciguada por el recuerdo tibio de sus besos algunos días atrás.
Por primera vez en lo que llevaba de vida sentía la necesidad de tener cerca alguien a quién aferrarme, a quien abrazar, con quien compartir el dolor que sentía para así poder detenerlo. Por primera vez me sentí solo y necesitado de amor.
Fue esa noche cuando comprendí la importancia de tener alguien con quien compartir la vida, alguien que potencie la felicidad y calme el dolor. Fue esa noche el momento que casi me enamoro, aunque por esas cosas de la vida, ese casi no pasó a mayores.

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