viernes, 8 de enero de 2010

Debut

Hacia 30 minutos estaba calentando, corría por el lateral de un extremo al otro, de frente, de costado, trote, alargue, pique corto… Estaba nervioso y ansioso, era la primera vez que lo habían llevado al banco de suplentes, siempre había soñado con jugar en primera y hoy podría dársele la oportunidad. Miró las tribunas la multitud saltaba y cantaba, se exaltaba con cada jugada, vibraba con cada corrida y se decepcionaba con cada yerro.
El partido entraba en el último cuarto de hora y nada parecía mover el 0 en los arcos, el técnico local caminaba nervioso al tiempo que prendía un nuevo cigarrillo, miró los suplentes, le grito al profe y le hizo una seña, clarita, en una mano un 2 y en la otra un 3, quería al 23 y el 23 era él, quien desde hacía 19 años soñaba con ese momento.
Se acercó y lo escuchó atento, “vas a entrar por el pulga, dale tranquilo, yo se que vos sabes, movete adelante y cuando veas el hueco pegale, dale que ellos están cansados, dale pendejo, metete y rompela que este público precisa un ídolo” cortito y claro, se le erizó la piel al escucharlo, se emocionó cuando el cuarto arbitro levantó el cartel con su número.
Entró corriendo, se ubico detrás de los delanteros, como siempre lo había hecho, aunque a veces también lo ponían de volante por izquierda, corrió desesperado por la pelota, se tiró al piso “tranquilo pibe, tranquilo” le grito el profe desde el costado de la cancha, intentó calmarse, recibió el balón, lo devolvió a un toque como mas le gustaba, busco la devolución pero nunca llegó, el ataque se diluyo por el otro costado y la gente empezó a murmurar.
“Esta tarde cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que ganar” “Nosotros alentamos, pongan huevos que ganamos” “hoy hay que ganar, hoy hay que ganar” los hits dejaban en claro el pedido del público, pero el partido se iba y nada pasaba, él corría de un lado a otro, pero no sabia que hacer cuando tenía la pelota.
El pulpo recupero en el medio campo, pase rápido a tete que pasó como un rayo por el costado, recibió y metió el bochazo para el, la pelota se le iba, se le escapaba, había tomado mucha velocidad, corrió hacia ella y lo miró al tanque tirando la diagonal, salto, llegó a puntearla y se dirigió del centro hacia afuera, piso el pasto, trastabillo y consiguió con el último esfuerzo meterla en cortada al corazón del área, el resto lo vio desde el piso, la pelota atravesó la defensa y quedo un metro superando la medialuna, el tanque llegaba hacia ella, le quedó para su derecha, la que no perdonaba, la que no fallaba, dio el último paso, afirmo su zurda y le dio el zapatazo victorioso, la pelota, como una bala, como un misil inflo la red y desató la algarabía. El tanque sin dudarlo fue corriendo y se le tiro encima “es todo tuyo hijo de mil putas” le dijo, el resto no se los cuento, el resto fue maravilla, fiesta, carnaval, el sueño se había cumplido, la pila de compañeros encima suyo, el grito del banco de suplentes y el festejo del público, nada podía salir mal a partir de ahora, sería el próximo héroe del pueblo canaya…

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