lunes, 6 de abril de 2009

Perdiendo el tiempo II

La noche vuelve a ser su hábitat, nuestro amigo se pasea de un lado a otro, se mueve en el boliche, camina, canta, baila, sonríe y saluda, busca alguien que quiera acompañarlo cuando llegue el turno de marcharse del lugar, de vez en cuando se encuentra algún amigo y van a buscar un trago a la barra, cargan combustible y continúan el acecho nocturno.
En medio de su recorrido tropezó de golpe con una chica, linda ella, de repente sus ojos se encontraron y el supo en ese instante que no iba a fallar, detuvo su marcha, la miro fijo y musito:
- Perdón – lo dijo simulando una timidez inexistente en él.
- Sí, te perdono, pero no se muy bien por que – respondió ella.
- Ja! Sabia que me ibas a perdonar, porque errar es humano y perdonar es divino, con esto queda objetivamente demostrado que sos una diosa.
- Ah bueno, ¿Qué pasó? ¿Estuviste leyendo las tarjetitas que dan los chicos que piden por los bares?
- En realidad no se leer, es un quilombo, todos esos dibujitos que juntos forman palabras, deja, prefiero hacer cosas mas útiles con mi tiempo, bailar la conga en el Monte Everest, saltar en una pata en el kilometro 11 de la autopista, que se yo, cualquier cosa que me sirva mas en un futuro.
- Claaaro, esas sí son cosas interesantes, veo que sos más boludo de lo que me habías parecido al principio.
- Puede ser, a mi me pasó lo mismo con tu fealdad, de lejos me habías parecido pasable, seré ingenuo.
- Sorry señor belleza, prefiero ser fea y no hueca.
- Si, especialmente porque una condición la tuviste de nacimiento, la vida no te dejo elegir, asique tu preferencia esta condicionada por tu naturaleza.
- Tomatela pendejo, ¿Quién te crees que sos?
- Uh, es verdad, no me presente, vaya modales los mios, Adolfo, un gusto – dijo al tiempo que le tendía la mano y le besaba la mejilla - una pregunta, ¿nos vamos a seguir peleando o ya nos podemos empezar a besar?
- ¿Y a vos que te parece? – atino a responder ella, la pregunta la había desconcertado, había caído en la red.
Sin dudarlo un segundo Adolfo la tomó por la cintura y la beso, de ahí a su auto no paso mucho tiempo, había conseguido su objetivo, luego regresaría a su casa contento, sin darse cuenta de lo estéril de aquellos encuentros casuales, de lo efímero del amor pasajero, perdía el tiempo sumando experiencia en cuerpos ajenos, fríos y distantes, los disfrutaba, pero nunca nada quedaba de ellos.
Perdía el tiempo, pero al menos, mientras tanto la pasaba bien.

2 comentarios:

jeRe dijo...

Eso es lo malo de la ficción... Nunca me pasa a mí eso cuando encaro =P

El encare ese es malísimo, pero vos sabés más de eso que yo, así que hacé caso omiso a estas líneas.

Un abrazo amigo.

JPPili dijo...

jajaja, es malisimo jere, es verdad, re sin sentido, solo lo escribí para pasar el rato, nunca me paso una conversación similar. Era un post mas para los sinchance que para aca, pero bue, me divertí mientras lo escribia.
Abrazo!