miércoles, 22 de julio de 2009

Triste final de la tristeza

Tomo la carretera a gran velocidad, avanzó, se escapaba, sabia exactamente donde se dirigía, siempre que estaba mal iba al mismo lugar, la lluvia de hoy no le impediría llegar. La ciudad iba quedando atrás, la ruta le había dado paso al camino de tierra que lo conducía al campo de su abuelo, el camino de tierra, a fuerza de agua se había convertido en camino de barro, el maniobraba su vehículo que se deslizaba de un lado a otro, no le preocupaba si se le quedaba empantanado, no le preocupaba eso ni ninguna otra cosa, en realidad no le importaba nada, la vida había dejado de tener sentido porque la luz que otrora lo había alumbrado se había apagado para siempre, no había resistido mas de una hora en aquella horrible sala velatoria donde ella era el centro, acostada, imperturbable, sus ojos cerrados y su cara pacifica la hacían parecer dormida, él la había tocado con la esperanza de que despertara, sus manos tocaron su frente y el peso de una piedra muy dura le golpeo el pecho y le detuvo el corazón. Hasta ese momento pensaba que todo era una pesadilla, no daba crédito a sus sentidos, pero la verdad de repente le cayó como un rayo que le explotó la cabeza y no pudo quedarse, tuvo que escapar.
El agua seguía cayendo y el ya estaba llegando, clavo los frenos y bajo en medio del camino, se ahogaba con sus propias lágrimas, corría desesperado bajo la lluvia haleda, tropezaba, caía y se volvía a levantar, lloraba con fuerza, se golpeaba la cabeza con las manos, recordaba su sonrisa, y pensaba que jamás volvería a verla…
Miró el cielo y levanto las manos como niño que pide ser alzado, recordó todos los momentos que habían pasado juntos, recordó las risas que llenaban su cuarto, el amor que los envolvía cuando estaban juntos, recordó la enfermedad y todos los meses de lucha en los que la salvación siempre estaba a un paso y siempre era inalcanzable, no podía dejar de llorar, el llanto le contraía el estomago sentía un dolor tan profundo como el vacio de su vida, las palabras no alcanzarían para describir la desazón, se hundía en el barro, se hundía en sus lágrimas, se hundía en su dolor, le dolía la vida, odiaba pensar, quería salir de su cuerpo, escapar de su mente, la lluvia seguía golpeándole el cuerpo, pero el cuerpo no podía sentir nada por fuera de aquella última imagen de ella recostada, se le había instalado en la mente y no había forma de sacarla. Se tiro en el pasto deseando ahogarse y ahí se quedo esperando morir, ya nada tenía sentido y de nada tenía ganas, por ende nada haría que se levante, para siempre se quedaría ahí, solo con su recuerdo de ella…

1 comentario:

jeRe dijo...

Terribleeee! Me recopó! La verdad muy bueno Jey Pi!

Yo sé que estas probando 'nuevas formas de escirbir', pero te tiro un tip... Probá ponerle acento a la cuarta letra de tu relato... Para mí va a quedar así como con más punch!

Genial! De los mejores te diría!

Un abrazo!