jueves, 25 de junio de 2009

El viaje soñado

Los ojos se le cerraban, el sueño lo había atacado por la espalda y no parecía querer soltarlo, intentaba a duras penas mantener el control sobre si mismo, agarraba con fuerza el volante y se aferraba al aire que entraba por la ventanilla. La ruta estaba desierta, el sol del mediodía de julio le daba al auto una calidez y comodidad que no hubiera sentido en otro momento, todo conspiraba contra su cansancio, peleaba con sus parpados, avanzaba a los cabezazos miraba hacia adelante y se imaginaba en su casa, acostado en su cama, las cortinas abiertas le permitían al sol entrar y darle de lleno en la cara, le encantaba descansar con la candidez del fulgor solar y en eso estaba en su imaginación, acostado, calentito, el lejano sonido de Breaking Away le llegaba desde el reproductor de música a sus oídos, Sumo era una de sus bandas favoritas, intento tararear la canción, pero desistió inmediatamente, su ingles no era muy sofisticado y su voz ni se acercaba a la de Luca. Un sonido demasiado extraño para provenir de la melodía que le acariciaba el oído lo saco de su quietud, no lograba descifrar que era aquel ruido que lo había desconcentrado “parece… parece unos bocinazos” pensó. Fue ahí cuando se dio cuenta, abrió los ojos, su auto se estaba cambiando de carril, una Toyota se dirigía directamente hacia donde él estaba, sus buenos reflejos lo habían salvado en mas de una ocasión, pero esta vez hicieron caso omiso al estimulo. Nunca llegó a reaccionar, todo le parecía una prolongación de su imaginación, todo le parecía sacado de una película con imágenes en cámara lenta, ni el choque, ni el ruido, ni el golpe lo terminaron de sacar de su ensoñación, el impacto fue violento, muy violento, una punzada de dolor le atravesó cada centímetro del cuerpo. Comprendió que el coctel de errores entre los que sobresalían ir rápido, medio dormido y sin cinturón iba a costarle caro. Quiso gritar o llorar por el profundo dolor que estaba sintiendo, pero nada salió de su boca ni de sus ojos, solo sangre brotaba de su cuerpo que yacía inmóvil a un costado de la carretera. La muerte lo sorprendió en la ruta a la temprana edad de veinticinco años, la muerte es una enemiga astuta a la que hay que intentar evitar, pero sin duda, este no era un competidor demasiado respetable.

3 comentarios:

jeRe dijo...

Waaaaa! Me gustó mucho como describiste la escena dentro del auto, muy bueno che!

Te felicito Jey Pi, lindo relato!

Segui asi!

Firma: Laspada.

Mariano dijo...

Además de especializarte seguimientos tenés muy buena mano para escribir. Acabo de leer los último cuatro posteos. Groso. POsta, sabelo.

Zeithgeist dijo...

moi bueno!