domingo, 29 de marzo de 2009

Fantasmas

La oscuridad lo cubría todo, el silencio era sepulcral, la noche cerrada, fría y solitaria estaba en su punto de máxima expresión, el caminaba por aquel camino desierto, había perdido el último colectivo que lo llevaba a su pueblo y había decidido volver a píe, nadie pasaba por la ruta a aquellas horas de la madrugada, aguzaba la vista y los sentidos tratando de percibir cualquier ruido, estaba un poco asustado, la noche era muy grande o el muy pequeño, a lo lejos divisaba la pequeña luz de un farol de alguna casilla campestre del costado del camino, avanzaba con paso veloz y lo iban atormentando sus propias fantasías, no sabia bien a que le temía, pero sentía esa adrenalina que da el miedo a la oscuridad, esa energía extraña que produce el temor a lo desconocido.
A mitad de camino se encontraba ya y comenzaba a calmarse lentamente, el croar de los sapos y el cantar de los grillos le ponían música a su caminata. Mirando las estrellas se encontraba cuando escucho la clara voz de un niño “mamá los nenes me molestan” “mamá los nenes me molestan no me dejan jugar”, el corazón le dio un vuelco, lo paralizo el temor, con el rabillo del ojo vio el reflejo de un niño pequeño, sollozando en el pasto y repitiendo entre gimoteos “los nenes me molestan, no me dejan jugar”, a los poco metros de él se veían claramente un par de chiquillos alegres que reían al parecer del pequeño, se le acercaban y lo fastidiaban, “basta, basta” repetía, al parecer se cansó y se levanto, “mamá, los nenes me molestan” repitió, del lado de enfrente de la ruta apareció la figura de una señora andrajosa “¿que pasa hijo?” pregunto con una voz que no parecía humana, “los nenes me molestan, no me dejan jugar” repitió el niño ya exaltado y salió corriendo hacia la ruta, alcanzo la carretera al momento que un auto aparecido de la mismísima sombra lo arrolló con una fuerza asesina, el pequeño voló unos metros y se esfumó en el aire junto con el auto, los otros chicos y la señora andrajosa. El hombre que durante toda la aparición no había podido moverse cayó en el pasto, llorando, desesperado, nunca había creído en fantasmas, nunca pensó que alguna vez podría pasarle aquello, “los nenes me molestan no me dejan jugar" oyo nuevamente, “basta” pudo exclamar el por fin, “los fantasmas no existen”, quiso convencerse, “¿y yo que soy?” pregunto el niño, la pregunta lo desconcertó, perdió por completo el dominio de su cuerpo, se estaba desmayando, lo último que escuchó antes de perder la conciencia fue “mamá, los nenes me molestan, no me dejan jugar”.
Con las luces del amanecer apareció en el costado de la carretera el cuerpo sin vida de aquel hombre, nadie pudo explicar aquella muerte, nadie supo que le habría sucedido, no era la primer persona que perecía en aquel lugar, era el cuarto caso. Casualidad, es casualidad, afirman los escépticos que creen que estamos solos en este mundo, “casualidad”, palabra santa, así mismo ninguno de ellos se anima a pasar a la noche caminando por aquel lugar, nadie va a comprobar por sí mismo la nitidez con que se oye el “mamá, los nenes me molestan”

2 comentarios:

jeRe dijo...

Uaaaa! Stephen King... Un poroto.

Muy bien che, nos é cuanto leiste de este estilo. Pero creo que con un cacho más de práctica, el terror y el suspenso le pueden sentar bien a tus relatos...

Seguí incursionando amigo, que lo hacés bien.

Un abrazo

Ceci Fernandez dijo...

Muy bueno Juan...

Se me vino a la mente una peli que vi hace poco... "El olfanato"
un tanto particular, medio flashera pero con un toque especial, si podés mirala...

Saludetes =)